A sus 27 años, Bernard Arnault presintió que el futuro estaría en los bienes raíces. Por eso convenció a su padre, el fundador de una firma de obras civiles, de dejar a un lado el concreto para concentrarse en la venta de mansiones. La decisión, como cualquiera de ese tamaño, debió estar rodeada de temores.
Todos ellos se derrumbaron un decenio después, a finales de los 80, cuando su hijo, convertido ya en un aguerrido hombre de negocios, lo situó en la presidencia de la junta supervisora de LVMH, el conglomerado dueño de las marcas Luis Vuitton, Christian Dior y Givenchy, que en los años 90 se convirtió en uno de los más grandes del mundo.
Desde entonces, aquel joven fue amasando una fortuna que le permitió expandir sus inversiones al negocio de los almacenes de cadena, con la compra de un paquete accionario en Carrefour, adquirir dos de los yates más famosos del mundo tras pagar más de 500 millones de euros y convertirse en un afamado coleccionista de arte. Es, en efecto, el hombre más rico de Francia, con una fortuna que la revista Forbes ha avaluado en US$41.000 millones.
Pero la mención de su nombre despierta polémica entre los franceses. Porque fue el propio Arnault el caso más visible de rechazo a la nueva medida del gobierno de François Hollande que busca gravar con un impuesto de 75% a todas las fortunas que excedan el millón de euros (además, quienes tengan ingresos superiores a los 72.000 euros deberán declarar el 45%). La decisión del millonario de solicitar la ciudadanía belga para eludir esta obligación puso en evidencia el malestar social de un país que en junio pasado tuvo que sufrir una tasa de desempleo de 7,9%, la más alta de su historia.
Claro que no ha sido el único en acudir a esa medida. Sotheby’s Realty, una de las más exclusivas agencias de bienes raíces del Reino Unido, reportó que ciudadanos franceses adquirieron entre abril y junio más de 100 propiedades por un precio por unidad superior a 1,7 millones de euros. “La elección del gobierno socialista ha tenido un impacto real en nuestras ventas”, le confirmó Alexander Kraft, su director, al diario The Telegraph.
Las islas británicas se convirtieron en el destino de referencia para los exiliados tributarios cuando el primer ministro David Cameron anunció públicamente que les tendería una alfombra roja a todos los inversionistas franceses dispuestos a invertir y generar empleo (además, el impuesto por ingresos superiores a 187.000 euros en el Reino Unido es de apenas el 45%). Una tendencia similar se ha presentado en Suiza, donde 33% de los 5.445 extranjeros sometidos a un sistema fiscal especial (sólo deben declarar la renta anual de su propiedad y multiplicarla por cinco) tenían ciudadanía francesa.
Pero sería injusto catalogarlos como un grupo de millonarios inconscientes y avaros. “El núcleo de la actual crisis que se vive en Europa es y ha sido siempre el binomio Italia-Francia. Roma tiene una deuda con la banca francesa de casi 400.000 millones de euros, la cual difícilmente va a poder devolver este año, poniendo en peligro todo el sistema financiero francés y, por consiguiente, a la eurozona”, explica Joan Taradellas, catedrático de la escuela de negocios Eada, desde Barcelona.
Nadie quiere actuar en una película que desde la composición del guión se enfila hacia el fracaso.
Un caso similar viene ocurriendo en Estados Unidos durante los últimos años, con dos modalidades: el exilio y el desplazamiento interno. En el primer caso, las cifras del Servicio Interno de Impuestos (IRS, por sus siglas en inglés), la agencia encargada del cobro tributario, registraron que 1.778 contribuyentes en 2011 completaron el proceso para renunciar a la ciudadanía (entregar su pasaporte o green card) para salir del país y terminar su aporte a las arcas federales. Este número excedió al total de trámites realizados entre 2007 y 2009.
Pero también hay pista de al menos 7 millones de estadounidenses viviendo por fuera del país. Como sus obligaciones tributarias aún están pendientes, el IRS ha creado equipos especiales para ubicarlos en sus ciudades de residencia y recolectar las deudas atrasadas; Panamá y Austria han sido dos de sus lugares de cacería.
Otra opción es aprovechar la legislación tributaria estatal y encontrar un nuevo trabajo y hogar en otra ciudad. Un claro ganador dentro de esta estrategia es Florida, que ingresó US$67.000 millones en la década pasada de contribuyentes que dejaron atrás a Nueva York, Nueva Jersey, Illinois, Pennsylvania, Michigan o Massachusetts y se decidieron por un estatuto que no contempla impuestos a la renta, el ingreso o las herencias.
El aspecto tributario promete convertirse en asunto vital dentro de la actual campaña a la Casa Blanca. Mitt Romney, el candidato republicano que aboga por menos impuestos para los más pudientes, presentó el viernes su declaración de impuestos de 2011: pagó el 14,1% por percibir ingresos anuales de US$13,7 millones —hay que aclarar que, por donaciones que ascendieron a US$4 millones, recibió una deducción equivalente a US$2,25 millones—. Desde la otra esquina, el presidente Barack Obama, quien busca aumentar los tributos de los más pudientes, tributó el 20,5% de los US$789.674 que percibió el año pasado.
Se trata de un hecho relevante si se tiene en cuenta que la política fiscal introducida en 1986 por el republicano Richard Nixon amplió las deducciones en la población para fomentar las inversiones. En su informe “Los costos de los no contribuyentes”, la ONG TaxFoundation afirma que la población beneficiaria pasó de 21% en 1990 a 41% en 2010.
¿Cuánto tributa un extranjero en Colombia?
Al igual que los nacionales, los inmigrantes deben seguir la misma política a la hora de cumplir con sus responsabilidades fiscales.
“La ley no establece diferencia alguna y para todos aplica la tasa máxima de 33% para los ingresos de las personas naturales o las sociedades”, explica Fernando Gómez, director de la firma G&D Consulting Group, la cual asesora a empresas de los sectores comercio, industria y servicio en temas contables y tributarios. Varios de sus clientes son extranjeros que residen en Colombia y acuden a ellos para elaborar sus declaraciones de impuestos.
Algunos de ellos se beneficiarán de la reforma tributaria que presentará el Gobierno en octubre. En ella se prevé una reducción del 6% al impuesto a la renta.
Fuente: El Espectador
Por: David Mayorga